Psiquiatras y psicólogos estadounidenses creen que los videojuegos se están convirtiendo en la nueva droga de los adolescentes. Ésta mantiene similitudes con la adicción a otros estupefacientes o al alcoholismo, y por ejemplo, causan la disminución progresiva de la vida social de las personas. Los juegos en red son los que ocasionan más dependencia; se calcula que uno de cada ocho jugadores participa en partidas on-line.
Un síntoma importante para detectar la adición a los videojuegos se da cuando un/a niño/a no quiere salir del cuarto ni para desayunar. Se habla de casos en los que chicos y chicas que, al recibir la orden de sus progenitores para que detengan el juego, se vuelven agresivos y profieren amenazas. Algunos adolescentes juegan hasta 70 horas por semana, lo cual implica irse a dormir a altas horas de la madrugada.
Los adolescentes son vulnerables a la atracción de los videojuegos ya que se sitúan en el centro de la acción. La falta de confianza en ellos mismos, común en esa edad, les hace sentirse importantes, identificándose con los héroes que aparecen en la pantalla. Éste es, en muchos de los casos, el origen de su fanatismo y adicción. Aún así, la mayoría afirma que podría dejar de jugar si lo desearan y, en general, niegan la dependencia.
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